Fue...


Fue muy duro esa noche, nos apartamos creo que todos habíamos hecho lo que
no deberíamos hacer, nos habíamos encariñado con ese niño. No fue la primera
vez ni sería la última vez que escucharíamos el canto-llanto.

Los blancos nos quedamos bajo las estrellas, observando apartados, pero esta
tristeza, es la que nos da fuerza. Aparte siempre contamos los que no
logramos darle otra oportunidad, pero todos los días varios niños vienen al
centro de salud y vuelven a su casa con la medicación que evita que la
malaria, o una infección les lleve la vida. O como el otro día que viajamos
a un puesto de salud en un poblado llamado Caiongo, donde vacunamos a muchos
chicos y madres embarazadas. Quizás estos niños no logren sacarle una
lágrima a nadie, no los verán en un poster, pero son por cada uno de éstos
niños que cada día mas y más personas deberían colaborar con cualquier ONG
que intente darles otra oportunidad.

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