Pisco hoy...

Pisco, 20 de Septiembre, 2007

Fuimos en busca de uno de nuestros pacientes para llevarlo a parque zonal, salimos de nuestro "centro de atencion medica post trauma" por la avenida de las Américas, quien no conociera la Ciudad y "su" historia pensaria que todo esta normal que no ha pasado nada.

En la esquina correspondiente giramos a la derecha, entramos a la ciudad, entramos a la realidad. Lo que queda, ya en la primer cuadra el auto tiene que ir en zig-zag, esquivando las montañas de escombros sobre el asfalto frente de algunas casas, y sobre algunas otras. Vamos por una doble avenida pero solo una mano esta habilitada para los autos porque de la otra ademas de escombros están algunas carpas y casas hechas de mimbre y plástico. Hay niños jugando entre los escombros, con las caras sucias, algunos no tienen donde bañarse, otros lo han logrado pero con toda la tierra y polvo que hay ya estan sucios nuevamente. Seguimos camino, pasamos frente a una casa de dos pisos que no se derrumbo, aun. Esta inclinada hacia la calle y una gran grieta la divide en dos. Acelermos el vehículo ante la sensación de poder quedar sepultados bajo esta casa. El tierral que levanta nuestro vehiculo es poco comparado al que levanta el viento paracas solo comparado al tierral que levantan todos los hombres, mujeres y niños limpiando su casa o lo que les queda de ella. Uno entristece si se pone a pensar lo que sentiran esas personas que con sus propias manos tienen que deribar su casa, que soporto pero quedó herida.

En la esquina frente a una pequeña capilla con su cruz aún a medio caer, señalando la misma tierra que semanas atrás temblo tan fuertemente, giramos y nos dentenemos frente a la "casa" de nuestro paciente. En realidad es una pequeña carpa donde viven tres familias, y él nuestro paciente y amigo, recostado todo el día, sus pies no le responden, no puede caminar. El día del terremoto la muerte lo miro desde demaciado cerca, el tuvo suerte, se lastimo la columna vertebral, le va a costar mucho volver a caminar, pero las dos personas desconocidas que llevava en su taxi enmudecieron por siempre bajo la pared que a él lo lastimó.

Seguimos nuestro camino con él, vamos hacia un hospital de campaña donde hay médicos especalistas en rehabilitación, quienes continuarán con el trabajo que inicamos nosotros. Pasamos muy cerca de la misma esquina que lo marco de por vida, su mirada se pierde en esa dirección. El trayecto por las calles de Picso continuaba mostrandonos la realidad, apesar del tiempo que ha pasado desde aquel 15 de agosto, donde dos minutos se hicieron largos, duran, duran hasta hoy...

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