El gran vuelo.

En el aeropuerto de Córdoba me despedí de mi familia y pasando los controles correspondientes comenzó mi viaje. Por suerte me había tocado asientos en la ventana en los tres primeros vuelos, el primero de córdoba a Santiago de Chile, el segundo desde ahí hacia Madrid, por ultimo Madrid a Barcelona.
Todo el viaje estuve observando por la ventana, pase dos veces por encima de la cordillera de los Andes, realmente un lugar que no me puedo cansar de ver. Es majestuoso, imponente. En el viaje de ida pude ver claramente la cumbre del Aconcagua, me imaginaba que para esa hora estaría algún andinista por hacer cumbre con las mejores condiciones climáticas posibles para el ascenso. Me preguntaba si habría alguien subiendo por la pared sur? Cada vez que paso por los aires de los Andes no puedo dejar de imaginarme todo el sufrimiento y esfuerzo para poder sobrevivir del equipo de rugby de Uruguay que se estrellaron por algún lado ahí abajo. Los de la película Viven.
Ya viajando hacia Europa, intentaba reconocer las provincias Argentinas que tan fácilmente se reconocen en los mapas de la escuela. Mientras hacia el intento observaba como casi no queda tierra sin cultivar, sin arar, sin talar. Cuando por fin pude reconocer una provincia, me di cuenta que lo que nos enseñaron en la escuela ya no es verdad. Monte, selva en Chaco y Formosa? Es terrible pero apenas se alcanzan a ver algunos islotes de selva en Chaco y Paraguay. La deforestación ya hizo lo suyo. Basta de cortar árboles!
Luego comenzó a anochecer, además que sobre Brasil comenzó a haber una delgada capa de nubes que no me permitían continuar con mi estudio de deforestación. El viaje habrá durado unas 11 horas, y la verdad que el avión tampoco fue de lo mas cómodo, no tenía las pantallas individuales y los asientos eran bastante pequeños.

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